Energía de la biomasa

La biomasa está formada por leña, arbustos, residuos forestales, restos de poda, residuos agrícolas como la paja, residuos de industrias madereras, papeleras y agroalimentarias, estiércol, residuos de explotaciones agroganaderas, residuos sólidos urbanos y aguas residuales urbanas entre otros.

La mayor parte de estos componentes, por no decir la totalidad, puede utilizarse como combustible, ya sea de forma directa (quemándolos) o transformándolos a otras formas de combustible como biogas o biocombustibles.

La combustión de biomasa, si se realiza de forma equilibrada, no contribuye al aumento del efecto invernadero porque el carbono que se libera forma parte de la atmósfera actual (es el que absorben y liberan continuamente las plantas y árboles durante su crecimiento) y no procede del subsuelo, capturado durante siglos en épocas remotas, precisamente como ocurre con el gas o el petróleo.

Utilizar la biomasa como combustible puede ser un recurso renovable, siempre y cuando el consumo sea controlado y se evite la sobreexplotación de los recursos naturales.

La energía que contiene la biomasa es energía solar almacenada a través de la fotosíntesis, proceso por el cual algunos organismos vivos, como las plantas y árboles, utilizan la energía solar para convertir los compuestos inorgánicos que asimilan (como el CO2) en compuestos orgánicos.

Cuando se combustiona, la biomasa libera principalmente vapor de agua y CO2 (dióxido de carbono) a la atmósfera, el mismo CO2 que absorbió de ella durante su crecimiento, si se trata de materia orgánica vegetal.

Si se consume de manera sostenible, el ciclo se cierra y el nivel de CO2 a la atmósfera se mantiene constante, de forma que su utilización contribuye al balance neutro de

Y no sólo eso, sino que con su consumo contribuye a reducir el consumo de combustibles fósiles, evitando así generar emisiones que no formaban parte de la atmósfera anteriormente y que son causantes del cambio climático.CO2.

Además, si se hace de forma equilibrada y respetuosa, emplear biomasa como combustible es beneficioso para el entorno: elimina y da valor a residuos vegetales, ayudando a disminuir el riesgo de incendio utilizando los restos de limpiezas de monte bajo, podas y clareos, restos de cortas o destoconados.

Sin embargo, las emisiones de calderas no son las únicas consecuencias para el medio ambiente que deben ser consideradas. La producción y el transporte del combustible suponen unas cantidades considerables de contaminación que necesitan considerarse para el equilibrio ambiental.

Imagen_ciclo_CO2

Pellet_webLos pellets son residuos procedentes de limpiezas forestales e industrias madereras que son triturados y convertidos a virutas. Una vez secados para disminuir el nivel de humedad y las posibles resinas, son prensados en forma de pequeños cilindros.

Los pellets son una aplicación evolucionada de la biomasa, son limpios, de fácil manejo, ocupan poco espacio y permiten a las estufas que los utilizan alimentarse automáticamente, funcionando así de forma autónoma durante horas.

Tienen una densidad de unos 700kg/m3 y 1 litro de gasoil puede equivaler en terminos energéticos a 2 kg de pellet.

Lo ideal es que el silo o depósito de almacenamiento tenga una autonomía mínima para 2 o 3 cargas al año. Hay muchos tipos diferentes de configuraciones y modelos de silos. En general hacen falta para una casa de 250m2 unos 8m3 de acumulación.

Se puede llenar el silo a sacos de 15 a 20kg ó automáticamente mediante un camión como ocurre con el gasoil.

En una vivienda en la que gusta tener un fogón encendido, es ideal y energéticamente muy eficiente tener una paila o fuego bajo conectado al circuito de calefacción, de esta manera el calor generado por el fogón se reparte por toda la vivienda y contribuye en la generación de ACS (agua caliente sanitaria), ahorrando en combustible.

La biomasa es energía solar almacenada, es la energía del sol capturada por los árboles que se transforma en madera, formándose así la “pila” más perfecta para la acumulación de energía.

estufa_ecoforest_web

Imagen_calderaEl combustible hay que tenerlo almacenado en un depósito (silo) cercano a la caldera para que la caldera se alimente del silo cada vez que lo necesite, al igual que ocurre con las calderas de gasoil.

La caldera va quemando el pellet que tiene acumulado en el pequeño depósito interno y este calor es utilizado para la calefacción, el agua caliente sanitaria o lo que se necesite.

Todas las cenizas de la combustión quedan en un recipiente (cenicero) debajo del quemador y hay que retirarlo en función del uso y las dimensiones entre unas 3 ó 5 veces al año.

caldera_biomasa_webUna caldera de biomasa funciona exactamente igual que una caldera de combustibles fósiles. La única diferencia es que no quema combustibles fósiles y, por lo tanto, se consigue un importante ahorro económico en la compra de combustible y por otro lado una gran disminución de emisiones de carbono y azufre.

Existen muchas clases de calderas dependiendo del tipo de combustible (pellet, astilla, huesos, mixtas, cáscara de almendra, etc.) Pero, dependiendo del tipo de alimentación, hay dos clases de caldera principalmente: las que tienen otro depósito exterior donde se acumula el pellet que puede utilizar el edificio entre 4 y 6 meses, o las calderas (generalmente de poca potencia) donde la acumulación de pellet tiene lugar en algún pequeño recipiente dentro de ella. Estas últimas también se pueden dividir en estufas (si al quemar aportan aire caliente) o calderas (si calientan algún circuito hidráulico)

Los fogones, chimeneas, cocinas económicas o fuegos bajos no se consideran calderas por no tener alimentación automática.